La Guerra Civil enfrentó a dos Españas totalmente opuestas. Muchos voluntarios de ambos bandos corrieron hacia el frente para defender sus ideales desde la trinchera. También hubo otros muchos que hoy llamamos "leales geográficos". Aquellos que la guerra les pilló en el lugar equivocado y con más o menos fortuna intentaron confraternizar e incluso lucharon junto a su enemigo para salvar sus vidas.
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En esta imagen podemos observar a la derecha el zigzag de una trinchera rodeada de alambradas. Pulsa sobre la imagen para ampliarla. |
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Reverso de la foto: Recuerdo amistoso de mis inolvidables compañeros que luchan en las trincheras. ¡¡Su hijo!! Firmado: Pedro Pulsa sobre la imagen para ampliarla |
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Foto de nuestro protagonista Pedro Carballo Alemán. Pulsa sobre la imagen para ampliarla. |
"Mi abuelo se llamaba Pedro Carballo Alemán. Nació en Adeje el 3 de Mayo de 1919. Siendo él adolescente, llegó al pueblo un batallón del ejército. Esto fue antes de la guerra. Se instalaron en el pueblo y aquí estuvieron un tiempo, por lo que oí a mis abuelos. Mi abuelo tenía 17 años cuando empezaron a reclutar a partir de su edad a jóvenes para ir a la guerra de forma obligatoria. Él contaba que había algunos jóvenes que se escondieron en el monte para no ir, pero corriendo el riesgo de que los descubrieran y tomaran represalias. Así que él con esa edad se subió a un barco rumbo a Cádiz. Al llegar a Cádiz estaba enfermo con unas fiebres muy altas. A todos los compañeros que fueron con él los enviaron al Norte de España (no recuerdo la zona) y él contó que de esos que mandaron no regresó ninguno vivo porque allí donde los mandaron los mataron y que esas fiebres le salvaron la vida. Sé que estuvo toda la guerra en la Provincia de Córdoba, y sé seguro que estuvo en Peñarroya, Pueblonuevo, Bélmez y Cerro Muriano. Ya bastante mayor, hizo un viaje a Córdoba y volvió a visitar todos estos sitios donde estuvo."
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Pedro, el que está más arriba. Reverso de la foto: Con todo cariño de su hijo. Firmado: Pedro Pulsa sobre la imagen para ampliarla. |
Estos jóvenes tenían que adaptarse a las circunstancias y luchar por sobrevivir. Niños que se convertían en hombres dentro de una trinchera. Muchos de ellos no sobrevivieron. Pero sigamos con el relato de Irma:
"Al llegar lo colocaron en trinchera en primera línea. Estando en la trinchera hablando con un compañero, este recibió un tiro en la cabeza y cayó muerto en el acto. Ahí mi abuelo decidió pedir ir a la enfermería para salir de la trinchera y no acabar como su compañero. Aprendió a poner inyecciones (de mayor se las ponía a todo el barrio) y pasó bastante tiempo en la enfermería."
Documentos de la época referentes a la 22ª División del Ejército del Sur (nacional) que cubría ese frente nos hablan de un hospital militar con 60 camas instalado en Peñarroya junto a otro de 110 camas en Pueblonuevo (en los documentos aún los menciona por separado). También nos cuentan de un tren militar que desde Pueblonuevo a Córdoba y con escala en Belmez (que tenía otro hospital militar con 63 camas) transportaba los heridos hasta Córdoba. Puestos de socorro y evacuación encontramos en lugares muy conocidos por los lugareños y que nosotros vamos recorriendo, Navalagrulla, Cámaras Altas, Cabeza Mesada, Sierra Mulva... Todos ellos contaban con una ambulancia.
Hecho curioso es la condecoración recibida por Pedro, y de la que él nunca presumió y contó la verdadera razón por la que se la concedieron a su nieta:
"En un momento dado de la guerra, él y unos compañeros estaban siendo rodeados y se escondieron en un monte bajo unas encinas 3 días. Sobrevivieron como pudieron escondidos y salieron cuando se sintieron más seguros. Como consecuencia de eso les dieron una condecoración firmada por Queipo del Llano que hasta hace pocos años estuvo guardada en el garaje de mi casa pero que a día de hoy no logro encontrar. Él contaba que le habían dado la condecoración por resistir pero que lo único que habían hecho era esconderse porque tenían miedo de que los mataran."
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Algunas fotos están ubicadas en "LOMA ROJA". ¿Alguien ubica este paraje en Peñarroya-Pueblonuevo, Belmez, Cerro Muriano o cercanías? Pulsa sobre la imagen para ampliarla. |
La camaradería y la amistad en esos momentos se hacen más fuertes entre hombres que saben que pueden morir cualquier día. Jóvenes solos, lejos de sus casas, de su familia, de sus amigos, de sus raíces. Los lazos con quienes comparten su "chabolo", sus penas y sus alegrías se hacen imborrables, eternos. Sabemos que es tarea imposible, pero compartimos la siguiente fotografía por si alguien reconoce al personaje de la foto, amigo y camarada segoviano de Pedro durante la guerra.
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Reverso de la foto. Pulsa sobre la imagen para ampliarla. |
"En una ocasión llegó a contar que una de las cosas que le tocó hacer (y que lo dejó traumatizado para el resto de su vida) fue acudir a los fusilamientos y sujetar un candil cuando daban el tiro de gracia a los fusilados. Esto me lo contó en una ocasión pero luego el hombre se emocionaba y no podía seguir hablando. Siempre me contó que él no pertenecía a ningún bando. Que con 17 años era un niño, se lo llevaron obligado y que le destrozaron la juventud. A él y a tantos otros. Que estuvo toda la guerra intentando que no lo mataran, y que esa era su misión. Sobrevivir para contarlo. Una vez acabó la guerra se quedó en Córdoba un par de años más, pero luego ya se vino a Tenerife. Su padre y abuelo eran carpinteros y aquí siguió con el oficio. Además, fue el funerario del pueblo durante más de 40 años. Siempre he pensado que su estancia en la guerra y su proximidad a la muerte condicionaron este oficio. Afortunadamente tuvo una vida larga y buena que sirvió un poco para compensar los horrores vividos."
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Frente de Peñarroya. ¿Un día de campo? ¿Ayudando en la recolección? Pulsa sobre la imagen para ampliarla. |
Queríamos desde aquí dar las gracias a Irma Carballo no sólo por compartir estas imágenes con nosotros, sino también por los recuerdos que nos ha traído de las vivencias de su abuelo durante la guerra, un joven obligado a luchar en una guerra de la que nada sabía y para la que, como muchísimos otros, no estaba preparado. Pero había que sobrevivir. Sobrevivir para contarlo.
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